¿Te estresas solo de pensar que te toca preparar la cena de Nochebuena? Da igual que sea tu primera vez o que lleves ya varios años sujetando las velas de Navidad de la familia: organizar una de las comidas más importantes del año es toda una responsabilidad y tú lo sabes. Lo sabemos todos; Julio Iglesias también lo sabe. Y quien dice Nochebuena, dice también Navidad, Nochevieja o la comida de Año Nuevo. Da igual lo que te haya tocado, tienes que dar la talla y llegar en buen estado, que es un día para disfrutar todos, dicen.
Este artículo solo pretende ayudarte a pensar y organizar el menú si lo necesitas. Si lo tienes todo controlado, deja de leer y sal en busca de un pavo, unas angulas, cardo, espumillón y todas esas cosas que tanto se cotizan en Navidad. Si necesitas un poco de claridad, quédate, a ver si consigo echarte una mano.
Ten previsión
Sí, lo sé, es solo una comida. Has –hemos– pensado muchas veces no darle tanta importancia, pero al final todo lo relativo a ella se convierte en una bola que te persigue y tú eres Indiana Jones dando latigazos con una tira de espumillón. La clave para que no te alcance y poder dominarla es la previsión. Tómate un tiempo semanas antes para pensar, concretar con la familia quiénes, dónde y cómo, pensar y recopilar recetas y poder hacer tu hoja de trabajo.
Haz una limpieza de congelador para tener sitio donde guardar los géneros frescos o lo que ya hayas elaborado bien ordenado y en buenas condiciones. Organiza comidas diarias con todo aquello que ocupe demasiado sitio o lleve ya tiempo pidiendo salir; a veces dentro de los congeladores se organizan atascos que ríete tú de la operación retorno. Un congelador limpio y con espacio es la mejor prenavidad para tu cocina.
Compra esos productos frescos que vas a necesitar y que sabes que van a disparar el precio días antes de la Nochebuena. Los mercados e hipermercados se convierten en una trampa de la que no se puede escapar durante los dos días anteriores a las fechas clave.
Asegúrate de que vas a poder congelar los productos frescos en buenas condiciones y ten presente que deberás también descongelarlos con garantías: lentamente y en el frigorífico, para evitar proliferación de patógenos y conseguir una buena regeneración.
Semanas antes del cogollo festivo, muchos supermercados e hipermercados lanzan sus lineas de productos de Navidad. En los últimos años, algunos supermercados de descuento tienen productos 'solucionadores' a muy buen precio. Hazles una visita con tiempo, esos productos estacionales suelen terminarse pronto y puede que lamentes no poder comprar esos espárragos con Indicación Geográfica Protegida a buen precio o esas tostaditas tan aparentes para tus terrinas.
Necesitas una hoja de trabajo
Todavía guardo en un armario de la cocina el cuaderno de espiral en el que organizaba los menús de Navidad hace años. Eran tiempos en los que no sabía utilizar las hojas de cálculo –me salvan la vida varias veces al día– y en esos cuadernos estaba escrito hasta el último detalle de lo que se iba a comer, comprar o mover para el banquete navideño que me tocara cada año.
Cuando tenemos que hacer un viaje complejo o una ruta nueva, nos viene bien tener un mapa en el que consultar el camino y los movimientos de cada día, ¿verdad? En el caso de un menú que se salga de lo habitual, la hoja de trabajo se convierte en el mapa de la misión. Imprescindible para tenerlo todo claro de un vistazo, disminuir la carga mental –si está escrito, ¿para qué almacenar toda la información en tu cansada cabeza?– y poder tachar o marcar cada tarea terminada.
- Lista de invitados. Define cuanto antes el número de invitados, es el punto de partida para poder diseñar el menú.
- Menú. Escribe el menú en orden.
- Platos. Describe cada plato.
- Lista de la compra. Desglosa una lista de ingredientes: marca los que ya tienes y apunta los que no en una lista de la compra.
- Presupuesto. Si tienes marcado un presupuesto por comensal, anótalo ahora, te ayudará a ajustar algunos platos si es necesario y a sustituir ingredientes por otros más económicos si lo rebasas. Haz un cálculo de lo que pueden costarte los ingredientes principales y divídelo por el número de comensales, así podrás tener una orientación inicial del coste antes de pasar por el mercado.
- Calendario. Anota las fechas clave de tu menú: cuándo harás las compras, cuándo cocinarás cada plato, etc. Es necesario y de mucha ayuda acotar no solo los días, sino las horas de los días clave: cuándo poner la mesa, sacar las sillas, cocinar salsas, cuando atemperar la carne, etc. Si vas a compartir tareas –lo más recomendable para implicar a todos y no caer en la locura– pon un calendario físico en la cocina o comparte un calendario online.
- Mapa de lugares. ¿Dónde vas a comprar? Si no compras todo en un mismo sitio, necesitas una estrategia para hacer las compras sin morir en el intento. Procura agrupar esas compras con otras tareas que vayas a hacer por cada zona: ahorrarás tiempo y gastos de desplazamiento.
- Lista de colaboradores. Mas adelante hablaremos de repartir el trabajo. Haz una lista de colaboradores: tu pareja, tus hijos, tu padre, tu madre, compañeros de piso, algunos invitados, etc. Si repartes algunas tareas todo será más fácil y será una comida de todos, no solo de quien recibe con alegría el marrón navideño.
- Asignación de tareas. Si hay lista de colaboradores, hay lista de tareas. Reparte y verás como todo funciona.
- Mesa y utensilios. ¿Vas a necesitar mesas extra? ¿Sacarás la vajilla bonita? ¿Vas a adornar la mesa? Apunta todos los detalles: lo que no está apuntado no existe y solo crea caos mental de última hora. Si hay que cambiar la configuración del salón, déjalo indicado por escrito, así podrás delegar esta tarea sin necesidad de estar en casa en ese momento. Prevé si necesitas mesas y sillas extra para poder pedirlas con tiempo a tus familiares o amigos.
- Tacha o marca las tareas realizadas. Nada despeja más la mente que ver cómo las tareas van desapareciendo debajo de una espiral de bolígrafo.
Sé realista
Adecua el menú escogido a tus posibilidades reales de tiempo y presupuesto. No te fundas un dinero que no tienes, comer rico en Navidad no tiene por qué ser caro y tus invitados apreciarán más el sabor y el trabajo que la pasta que le hayas metido al tema.
Ponte como objetivo que el menú sea asequible para los recursos con los que cuentas: ¿quién va a cocinar? ¿Cuánto tiempo tiene esa persona? ¿De qué ayuda dispone? ¿Cuál es el presupuesto?
Piensa en tus invitados y en sus gustos: ¿hay personas mayores con dificultades para masticar? ¿Has invitado a alguna persona vegetariana? Procura que haya opciones para todos y todos quedarán contentos.
Reparte el trabajo
Puede que este sea el apartado más importante, porque hará que el trabajo se reparta entre esos pequeños Oompa Loompa que te rodean a diario. Tengan la edad que tengan, todos pueden hacer tareas: compras, elaboraciones, listas, poner la mesa, cortar turrones, repasar la vajilla, recibir a los invitados, etc. No tienes porqué hacerlo tú todo.
Si hay que hacer compras de última hora, encarga a otros que las hagan por ti. Si tienes que coordinar la cocina y darle a la espumadera, dos horas de supermercado es lo que menos necesitas en ese momento.
Si en tu casa hay niños –y no son bebés, claro– encárgales que abran la puerta a los invitados y les indiquen dónde pueden dejar los abrigos. Si cuando suena un timbre todo el mundo en casa se hace el longuis, el caos estará servido. Delegando en ellos esta tarea, tendrás a los peques pendientes y se sentirán una parte importante de la comida.
Cocina con antelación
Cocina con antelación los platos que pueden conservarse unos días en frío, congelados o al vacío. Regenéralos adecuadamente y con tiempo, aplicando calentamientos lentos y suaves o descongelados largos. Por ejemplo: si vas a hacer un pollo relleno, puedes comprarlo mucho tiempo antes, deshuesarlo y congelarlo; descongelarlo días antes, cocinarlo con el relleno y dejar que repose dos días en el frigorífico –el relleno asienta y se corta mejor–, atemperarlo fuera del frigorífico en las horas previas a la comida y servirlo frío o caliente con un golpe de horno. Por supuesto, tendrás la salsa hecha a la vez que el pollo y lista para calentarla y servir.
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- Muchas salsas se pueden preparar con antelación. En bolsas o envases de vacío dentro del frigorífico se conservan durante una semana; refrigeradas en un envase convencional, 3 días.
- Las cremas se conservan en perfecto estado durante 3 o 4 días en el frigorífico. Regenéralas a fuego suave para evitar que el fondo se queme y, si llevan nata o cremas lácteas, añádelas en el último momento.
- Las carnes asadas tipo roast beef, se pueden hacer un día antes y conservarlas en el frigorífico envueltas con film plástico. Deja que se atemperen durante varias horas antes de la comida y sírvelas frías o acompañadas de una salsa caliente.
- Muchos postres se pueden hacer con uno o dos días de antelación, así como todos los dulces de Navidad, que aguantan perfectamente una semana de espera.
- Deja las preparaciones inmediatas para el final y anótalas en tu hoja de trabajo. Procura que haya un buen balance entre preparaciones inmediatas y otras hechas con antelación para que elaborar el menú sea una tarea cómoda.
Planifica hasta los detalles más pequeños
¿Vas a decorar la mesa? ¿Hay sitio para poner adornos o llenaremos el centro de la mesa con bandejas? ¿Pondrás unas velas pequeñas para ambientar o un gran centro de mesa espectacular? Si eres una persona detallista y te gusta reflejarlo en la cena de Nochebuena, planifica también todos esos detalles en tu hoja de trabajo.
Destina una habitación de la casa para que los invitados puedan dejar sus abrigos y bolsos. En estas fiestas solemos aprovechar los salones al máximo y muchas veces el espacio escasea: si además tenemos los sofás llenos de cazadoras, abrigos y mochilas, la cena de Nochebuena terminará pareciendo un desordenado albergue de montaña.
Haz prueba de las recetas
Solo tú sabes hasta qué punto es importante que todo salga bien, lo exigentes que son tus invitados o lo que tú exiges en la mesa. Cuando se preparan recetas de toda la vida se va sobre seguro, pero cuando se cambian los menús y se hacen recetas nuevas, es conveniente probarlas antes. Si vas a cocinar un producto que no has hecho nunca antes, intenta probarlo. Si, por ejemplo, vas a hacer pularda rellena pero ya tienes experiencia deshuesando aves y has hecho pollo relleno, no será necesario el ensayo.
Para hacer las pruebas hay que tener un poco de picardía, como la que tenemos muchas veces quienes cocinamos para hacer fotografía gastronómica o productos editoriales: haz pocas cantidades, cocina piezas pequeñas. No es necesario que cocines un pavo relleno de 8 kilos en la prueba del banquete para toda tu familia política: vale perfectamente con un ave mucho más pequeña para probar ese relleno al que no le has cogido el gusto aún; lo mismo se aplica a las cremas, sopas, salsas, etc.
Créditos memes: Arde Madrid, Mr. Robot, The Marvelous Mrs. Maisel, Homecoming, Shameless, Fariña editados en Crear-meme.com.
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