No hay por qué asociar la cocina con slow cooker a la cocina con carnes o proteínas de origen animal. La olla de cocción lenta sirve también para preparar grandes platos veganos, vegetarianos u ovolactovegetarianos. De ellos hay pruebas claras en muchas cuentas de Instagram que cada día publican sus pitanzas a base de vegetales y legumbres. Este recopilatorio es un buen ejemplo de que la crock pot y la cocina vegetariana se llevan muy bien. ¿Cocinamos verde?
Cocina vegetariana. Diez recetas para slow cooker
Hummus. Garbanzos, limón, tahina y especias. Poco más te hará falta para elaborar un hummus casero desde el principio. Esta crema originaria de Oriente Medio resulta fresca y nutritiva, y se sirve con pan plano para untar sin fin.
Muhammara. La muhammara es una crema de pimientos originaria de Alepo, en Siria. Es distinta a todo lo que hayas probado, porque lleva nueces, sirope de granada, pan, guindilla y comino, una combinación de carácter. Asa pimientos en tu slow cooker y no dejes de probarla.
Chili sin carne. No tiene nada que envidiar a la versión clásica: este chili sin carne es un plato completo, de los que gusta compartir en buena compañía. Verduras, legumbre y soja texturizada bien cocinadas y aliñadas.
Porrusalda. La sopa vasca más sencilla y vegetal es un buen entrante para muchas comidas vegetarianas. No puede ser más humilde y sin embargo es un gran plato.
Ratatouille. Este guiso de verduras con acento francés está entre mis platos favoritos. ¿Quién dijo que la felididad no podía venir escondida en un calabacín o una berenjena?
Pisto. El primo español del ratatouille no tiene nada que envidiarle y es una receta estupenda para quienes han desterrado las carnes y pescado de su dieta. Calabacín power, my friends.
Baba ganoush. Otra crema salada, parte de los mezze, que no debe faltar en un recetario vegetariano. Las berenejenas se convierten en una delicia untable que tendrás que comer sí o sí con trocitos de pan plano.
Batatas asadas. Las batatas asadas son un platazo así: recién asadas, salpimientadas y regadas con un buen aceite de oliva virgen extra. Resérvalas para tus cenas y te reconfortarán.
Dahl de lentejas rojas. Las lentejas rojas engañan a simple vista: son capaces de hacer un puré ellas solitas sin necesidad de darle caña a la batidora. Es un plato imprescindible: si las ves en el mercado, llévatelas a casa.
Lentejas beluga con verduras. Lentejas beluga al dente y brécol simplemente blanqueado en agua hirviendo: un plato de legumbre para comer con tenedor y quedar tan lleno como satisfecho.
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