Caliente caliente. Cuando hace frío, solo la idea de un cuenco de sopa ardiente entre nuestras manos ya empieza a caldearnos el cuerpo. Si en verano nos lanzamos de cabeza a la piscina de las sopas frías, en invierno los platos soperos se llenan de humeantes brebajes que nos calientan por dentro desde la nariz a los pies. Para mí, las sopas son recurrentes en las cenas de invierno y otoño. No te atascan el organismo, quitan el hambre y son fáciles de digerir, favoreciendo el sueño. Tener un slow cooker en la cocina te facilita la tarea de hacer caldos –la base de muchas sopas– y elaborar sopas riquísimas que te esperarán en casa con los brazos abiertos. Con esta selección de diez recetas de sopas para cocinar en Crock Pot tendrás una buena baraja donde escoger.
Receta de consomé en Crock Pot. La madre de todos los caldos. El consomé es muy fácil de hacer y el resultado que se obtiene con una cocción lenta es difícil de igualar. Para grandes ocasiones o por puro placer cotidiano.
Sopa de kimchi. Exótica y picante. El kimchi se ha puesto de moda, pero para los coreanos es tan habitual en sus mesas como para nosotros lo es el pan o el ajo. Una sopa de fuego que te calentará al instante. Y querrás repetir.
Sopa de pescado. Toda la esencia de pescados, moluscos y mariscos en una sopa perfecta para una mesa de celebración. Partiendo de la base de un fumet de pescado se consigue una sopa sabrosa que no deja indiferente.
Sopa de guisantes partidos. Los guisantes partidos o secos son un descubrimiento genial para hacer sopas y cremas. No son tan comunes como otras legumbres, pero si los ves en el mercado no lo dudes un momento y cómpralos: su sabor profundo deja huella en el plato.
Sopa de galets. Un caldo lleno de sabor es la base perfecta para unos galets rellenos de pelota de carne. Otra sopa muy interesante para empezar las celebraciones con algo aparentemente ligero y ciertamente apetitoso. Porrusalda. Vasca por los cuatro costados, la porrusalda –sopa de puerros en euskera– es una sopa humilde en la que el puerro y la patata tienen el papel protagonista. Para inviernos duros y presupuestos ajustados.
Sopa de ajo. La sopa de ajo es otra de las joyas de la cocina humilde. Ajo, pan y caldo: con estos ingredientes y un poco de pimentón se monta una fiesta en la cazuela para alegrar los paladares que necesitan cariño y acción.
Sopa castellana. La prima hermana de la sopa de ajo se endominga con jamón y chorizo, starlettes indiscutibles de la despensa. Y termina de maquearse con una capa de huevo batido. Así cualquiera.
Sopa de cebolla. Esta sopa habla francés y destila un increíble aroma a cebolla. El secreto es dejarla pochar durante un tiempo largo, y para eso el slow cooker es el master of the universe. Tendrás siempre un buen fondo de carne listo para lucirte con esta maravilla.
Sopa minestrone. La sopa minestrone es mucho más que una sopa de verduras. Esta maravilla de la cocina italiana apunta a un sabor intenso desde el momento en que empezamos a oler a apio cortado y a panceta pochada. Que no falte en tu mesa.
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