Pela las cebollas, córtalas por la mitad y trocéalas en juliana fina.
Separa bien las láminas de cebolla y ponlas en la olla con el aceite de oliva. Mezcla bien para que toda la cebolla quede impregnada.
Tapa la olla y cocina 8 horas en ALTA.
Inicia una cocción de "atención progresiva", es decir, las primeras tres horas puedes dejar que la cebolla se vaya cocinando sin prestarle atención. Las tres horas siguientes debes comprobar la cocción y remover de vez en cuando; al principio podrás comprobar cada 45 minutos, al final deberás estar más atento y remover cada 20 minutos.
Pasadas esas seis horas, verás que el aceite empieza a borbotear, entonces es cuando debes continuar cocinando otras dos horas a olla destapada y bajar a temperatura baja durante media hora (para que la temperatura no suba tanto), cuando la cocción sea más tranquila, vuelve a subir a ALTA.
Estas dos últimas horas de cocción requieren tu atención constante, ya que hay que remover muy a menudo para que la cebolla no se queme en las zonas cercanas a las paredes de la olla, que son la fuente de calor de la Crock Pot.
Cuando veas que la cebolla está brillante y de color marrón, ya estará hecha.
Recomendaciones
Cuando la cocción en slow cooker es muy prolongada, se alcanza la temperatura máxima de cocción. Es cuando solemos ver un chup chup en los guisos y caldos, pero cuando cocinamos durante mucho tiempo con una base de aceite, tenemos que tener cuidado porque se puede quemar lo que estemos cocinando. Es el caso de la cebolla caramelizada, por tanto, debemos hacer un seguimiento constante las últimas horas de cocción, removiendo y apartando la cebolla de las paredes con un cucharón. La cebolla debe estar cortada en juliana muy fina; si no dominas el cuchillo y tienes una mandolina a mano, utilízala y obtendrás una cebolla con un corte homogéneo. Si cuidas este punto, ¡se notará en el plato!Sé paciente y no añadas azúcar si te parece que la cosa no está muy caramelizada durante las primeras horas, este es un proceso lento de esos que educan la paciencia, pero al final, cuando veas por fin tu cebolla brillante y más que dorada, comprobarás que el bueno de Maillard tenía razón.